Idea de negocio: restaurante con menús sanos

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Hablar de restaurantes con comida sana no es algo nuevo. Lo que probablemente si lo sea es imaginar montar un establecimiento en el cual se indicaría en la carta y los menús la composición de los platos y se buscarían las mejores combinaciones para alimento rico y sano (supongo que es compatible).

McDonald’s y las calorías

El otro día estuve en McDonald’s y después de comer un menú, me fije en el reverso del papelito que ponen para proteger la bandeja. Estaban indicados los datos energéticos de cada plato. Con un sencillo cálculo pude comprobar como mi elección del día suponía haber consumido ya más del 100% de la aportación diaria recomendada de sal, más del 70% de la cantidad de grasas, etc. Eso solo con un menú estándar, sin pedir postre y con una bebida sin azúcar.

Los datos de esta hoja no eran nada fáciles de leer, ya que consistía en un largo cuadro con la composición de cada uno de los productos, con muchas líneas y columnas, y dudo que mucha gente lo lea con atención. Pero aun así son datos interesantes.

Evidentemente, McDonald’s no tiene mucho interés en publicar esos datos de una forma más clara, porque vende productos muy calóricos. Por ejemplo, si pusiera la información por menús en lugar de separarla entre hamburguesa, bebida y patatas fritas, los números que calculé saltarían a la vista y se vería claramente como una comida en esta cadena supone ayunar el resto del día si se quiere cumplir con las recomendaciones, algo que no tiene sentido.

El concepto del restaurante sano

De allí la idea de hacer un restaurante sano donde se intentaría diseñar los menús teniendo tres objetivos: el sabor, el equilibrio y una aportación calórica razonable.

Haría falta contar con los consejos de un especialista en dietética para equilibrar en las comidas los distintos elementos (proteína, harina, grasa, azúcar, frutas, verduras, sal…) además de calcular menús que correspondan a un porcentaje razonable de la aportación calórica necesaria. Podría ser un 40% para las comidas y un 30% para las cenas (el restante se dividiría entre desayuno y almuerzo).

Formalmente, se podrían presentar de dos formas. La primera sería hacer menús cerrados con un cálculo energético total (indicado en la carta). La segunda sería indicar frente a cada plato el impacto calórico y aconsejar a los clientes no sobrepasar una cantidad total (en función de una tabla que podría indicarse en la hoja final del menú, con parámetros de edad, sexo, altura y actividad física). A lado de las entradas, se irían recomendando los segundos que más se adecuarían (y viceversa), al igual que para los postres.

Evidentemente, todo eso solo podría ser posible si se ofrecen platos sabrosos de calidad (como en cualquier restaurante), pero el acento quedaría puesto sobre la salud, con recomendaciones también para hacer ejercicio. Todo indicado de forma muy suave y divertida, sin entrar nunca en reflexiones moralistas o exigencias.

La preocupación por la salud y la calidad de la comida es cada vez mayor en la sociedad,  y un concepto de restaurante así podría tener muy buena aceptación, con posibilidades de convertirse en un concepto franquiciado.

Antes de lanzar tu idea, ponla a prueba con un buen plan de negocio

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