El valor de la inteligencia emocional en el trabajo

inteligencia emocional en el trabajo

Uno de los grandes factores de éxito en el entorno profesional es un concepto conocido pero todavía poco aplicado por la mayoría de las personas. Se trata de la inteligencia emocional. En el trabajo, o cuando quieres montar tu empresa, puede ser tu gran aliada. Te explico por qué.

Definir la inteligencia no es tarea fácil

La definición de lo que caracteriza a una persona inteligente varía con cada individuo. Sin embargo, normalmente hay cierto consenso sobre aptitudes de razonamiento lógico, de memoria, facilidad para entender conceptos complejos y para el aprendizaje. En la cultura popular el ejemplo de un humano muy inteligente suele ser una persona como Albert Einstein.

Sin embargo, asociar inteligencia y ciertas aptitudes de razonamiento, como el matemático, es totalmente subjetivo. Incluso las pruebas de inteligencia como le Coeficiente Intelectual (CI) dejan de lado múltiples aspectos, que bajo otro criterio se podrían considerar como una forma de inteligencia. Me refiero, por ejemplo, a las habilidades manuales.

El Coeficiente Intelectual no es suficiente para explicar el éxito

No voy a entrar en detalles de estudios concretos, pero ha quedado claro que hay una correlación entre tener un CI superior a la media y  el éxito en el trabajo. Sin embargo, un CI alto por si solo no basta para garantizar el éxito. Dicho de otra manera: una persona con un alto Coeficiente Intelectual tiene mayores probabilidades de alcanzar una mejor situación económica que una de CI medio, pero también muchas personas consideradas como inteligentes fracasan.

La Inteligencia Emocional, el factor que faltaba

¿Qué es la inteligencia emocional?

Se podría resumir en la capacidad de una persona para entender y controlar sus emociones, a la vez que es capaz de entender las de los demás.

En el mundo actual, con la gran cantidad de interacciones humanas diarias, las emociones tienen un papel fundamental. Muchas de las decisiones que tomamos no son racionales, aunque creamos que lo sean.

Por lo tanto, una persona con un Coeficiente Intelectual muy alto pero incapaz de manejar sus propias emociones o de entender las ajenas tiene un serio problema. Una persona menos brillante, pero con lo que se suele llamar “don de gentes” la inteligencia emocional en lenguaje habitual, puede llegar muy lejos.

¿Se puede medir la inteligencia emocional?

Por supuesto, medir la inteligencia emocional es algo muy subjetivo. Aun así, se puede hacer de forma bastante acertada. Por ejemplo, se puede valorar algunos aspectos de las personas, como el conocimiento que tienen de sus propias emociones, su capacidad para controlarlas, o su aptitud para entender y predecir las de terceras personas.

Algunos estudios recientes han encontrado una gran correlación entre una puntuación alta en inteligencia emocional y el éxito en el trabajo.

Sheldon y Penny

Los seguidores de la serie The Big Bang Theory tienen un ejemplo muy caricatural de la diferencia entre inteligencia “clásica” (Sheldon) y la inteligencia emocional (Penny). El primero es puro cerebro pero no entiende nada de emociones humanas, lo que le lleva a situaciones rocambolescas. La segunda tiene una inteligencia mediana, pero entiende mucho mejor a las personas y las relaciones sociales.

El trabajo sobre la inteligencia emocional

Estudiando, una persona puede mejorar su conocimiento y facultad de razonamiento, pero incrementar su CI es algo difícil y limitado. Sin embargo, la inteligencia emocional no tiene las mismas restricciones. Puedes hacer un trabajo importante, y mejorar tus habilidades emocionales y sociales en proporciones muy notables.

Aprende a conocer tus propias emociones 

El primer paso es sin duda empezar a darte cuenta de cuando sientes algo especial. Puede ser miedo, rabia, frustración, alegría, o cualquier otra clase de emoción. Por supuesto, cuando te enfadas te das cuenta de tu estado emocional, pero lo habitual es quedarse allí, viviendo la emoción, sin realmente identificarla ni trabajar sobre ella. Y eso sucede con otros estados de ánimo. Así que un primer trabajo para mejorar tu inteligencia emocional es simplemente ser consciente de las emociones que vas experimentando, e identificarlas cada vez.

Procura entender el motivo

Una vez que tienes identificada la emoción, puedes tratar de entender su causa. No es tarea fácil, porque las emociones te intentan engañar con motivos erróneos. Si te enfadas, normalmente solo piensas en la culpa que tiene otra persona, y no en lo que realmente ha desencadenado tu reacción. Si tienes miedo, tu cerebro te ofrece motivos para tenerlo, como probabilidades de fracaso, hacer el ridículo, como si fueran las únicas alternativas posibles. Pero siempre hay más razones, y si te paras a analizarlas, las encontrarás.

Recuperar el control

Si entiendes el motivo, entonces eres capaz de restablecer el razonamiento lógico causa efecto, y puedes empezar a recuperar el control sobre tus emociones. Una vez que eres  conscientes de lo que te ha enfadado, es decir, del motivo real, con un poco de paciencia podrás calmarte y entender que la ira  no resolverá el problema. Entonces, puedes diseñar un proceso racional para solucionar el problema.

Ejemplo:

Un empleado te pasa un trabajo que le habías pedido para una reunión importante. Queda muy poco antes de la cita y te das cuenta que el documento está mal. Puedes enfadarte, regañar a la persona por su mal trabajo e irte alterado a la reunión, pensando que estás rodeado de inútiles. Pero quizás hayas dado mal las instrucciones, o formado insuficientemente a tu empleado, o dejado de seguir la evolución de su trabajo. O quizás tengas a la persona equivocada en este puesto. Si identificas el verdadero motivo de tu enfado y del error, entonces probablemente lo puedas corregir. Si vuelve a pasar algo similar, quizás seas más consciente y te des cuenta antes de enfadarte, resolviendo el tema en el momento.

Modificar las emociones propias

El control de las emociones va más allá de limitar el efecto de las reacciones emocionales a situaciones adversas tomando conciencia. El siguiente paso es modificar lo que sientes. Quizás el mejor ejemplo sea cuando estés desanimado. Puedes quedarte así o puedes trabajar sobre tu motivación. A veces basta con poner una canción, pensar en cosas alegres. Si tienes miedo puedes recordar éxitos pasados, mentalizarte que no tienes nada que perder e ir a por todas.

Entender e influir en los demás

Para conseguir el éxito en el trabajo, tan importante como manejar las emociones propias es entender y actuar sobre las ajenas. Si quieres alcanzar un objetivo, normalmente necesitas que todo un equipo de personas trabajen para lograrlo. Si aprendes a entender como funciona cada uno puedes aportar respuestas de inteligencia emocional para mejorar el equipo.

Todos tenemos motivaciones distintas. Puedes estar con personas que necesitan más reconocimiento que la media. Por lo tanto, si haces el esfuerzo de hacerles un par de cumplidos sobre sus logros, conseguirás que trabajen más a gusto y con más ganas. Del mismo modo, puede que un empleado tenga un miedo bloqueante en algún aspecto. Si te das cuenta, podrás o darle ánimos para que lo supere, o reasignar la tarea a otra persona. O quizás seas capaz de entender el motivo oculto detrás de algunas broncas de tu jefe, y en lugar de un enfrentamiento directo puedas actuar sobre el motivo de su frustración. Las posibilidades son infinitas.

La inteligencia emocional en el trabajo requiere entrenamiento

Todos tenemos cualidades distintas. A algunos nos cuestan algunas cosas que a los demás parecen sencillas. Si trabajas en tu inteligencia emocional no vas a cambiar radicalmente de un día para otro. Las situaciones que te producen estrés, miedo o ira te seguirán afectando, pero las entenderás y tendrás la potestad de decidir si te enfrentas a tus emociones para mejorar o si te quedas en tu zona de comodidad. Es un trabajo largo pero valioso.

Antes de acabar, te dejo con esta gran frase. Un barco está a salvo en el puerto, pero no es para eso que ha sido construido. William H Shedd

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